¿Qué es MEMORYARTE?

Cuadros Memoryarte

El arte como herramienta para recordar. Pueden ser momentos históricos, personas, etc. Para el Memoryarte de personas, Se utilizan objetos y/o retales de las prendas de una persona y se hace un retrato de ésta, en cualquier tipo de técnica y de soporte, para ayudar, tanto en el presente como en el futuro, a recordar a un ser querido y/o momentos vividos con éste.

Con Memoryarte se hace accesible el arte a través de la memoria.

Proyecto de Investigación

Investigar, en personas a las que se les haya detectado recientemente la enfermedad de Alzheimer o a aquellos que sean hij@s de personas que hayan sido diagnosticadas con esta enfermedad y que se presten de forma voluntaria al proyecto, la utilidad de Memoryarte en sus seres queridos haciendo un retrato con esta técnica.

Es el futuro paciente el que selecciona los objetos y/o las prendas de cada familiar al que quiere hacer un Memoryarte, dado que él es quien sabe qué objetos y/o prendas le traen más recuerdos de los momentos vividos junto a cada ser querido, y serán, las que tal vez puedan generarle alguna conexión cerebral en la memoria para recordar algo o a alguien en el futuro una vez iniciada la enfermedad.

PARA EL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN

A los voluntarios seleccionados se les hará cada Memoryarte con una medida estándar de 25 x 25 cm.

Cuadro Memoryarte

Una vez realizado, el familiar o familiares involucrados guardarán la obra u obras y se las mostrarán al enfermo en un momento más avanzado de la enfermedad, con la finalidad de poder ayudar a recordar a los seres queridos allí retratados con estas obras.

REQUISITOS

Seleccionar objetos y/o prendas de la persona a la que se le va a hacer el retrato, serán algunos objetos y retales de las prendas elegidas las que conformen el retrato final.

La persona encargada de hacer el cuadro es licenciada en BBAA y guiará al que lo necesite en cualquier parte del proceso para sacar el máximo partido a los objetos y/o prendas seleccionadas para que el retrato contenga todo lo necesario para poder recordar y reconocer al ser querido en la obra de la mejor forma.

Para aquellos que quieran animarse a hacer un Memoryarte

Hay muchas opciones para quien quiera hacer un Memoryarte, tanto si es para hacer un regalo original como para hacérselo a uno mismo, el único límite lo pone la imaginación, aquí os dejo algunas ideas:

Se puede hacer un Memoryarte para recordar a una persona fallecida, o recordar una boda o aniversario, vivencias concretas, alguien cuando era bebé, el inicio de una relación, una amiga o un grupo de amigos, un viaje, una mascota... etc, etc, etc.

El tamaño de cada retrato lo decidiréis con respecto al material que deseéis incluir y las necesidades de cada uno. Quien quiera animarse puede también hacer una escultura con los objetos y/o las prendas elegidas porque con creatividad quedan obras muy interesantes e incluso si lo hace un niño puede resultar muy divertido o altamente terapéutico si se trata de hacerlo de algún ser querido que ha fallecido.

ALZHEIMER

Nos roba la conciencia de estar vivos sin matarnos.

La fatal dolencia que da lugar a la atrofia progresiva del cerebro como consecuencia de la muerte incontrolable de las neuronas y la invasión de la materia gris por una sustancia blanquecina y pegajosa denominada amiloide que se deposita entre las neuronas y las destruye.

Alois Alzheimer (1864-1915) psiquiatra y patólogo alemán fue el que identificó la demencia en 1906 junto con su colega, el psiquiatra Emil Kraepelin, al descubrir las placas blanquecinas amiloides que caracterizan y destruyen el cerebro de las víctimas.

El cerebro es aún un misterio. Hasta ahora se sabe que hay dos factores de riesgo: uno es tan simple como el envejecimiento, el otro es tener una forma determinada de una proteína que transporta el colesterol en el sistema nervioso, una condición que, sin embargo, no es necesaria para desarrollar esta demencia. Sea como fuere, en el Alzheimer se dañan principalmente dos zonas del cerebro: el hipocampo (relacionado con la memoria) y la corteza, que al deteriorarse da lugar a la aparición de la demencia.

La información con tintes emocionales se retiene mejor que la información emocionalmente neutra. Luis Rojas Marcos, Eres tu memoria.

A excepción de un 1 por 100, el rendimiento de la memoria de la población decae moderadamente con el tiempo. La disminución de la retentiva suele comenzar a principios de la cuarta década de vida y avanza poco a poco con el paso del tiempo, hasta hacerse evidente en las pruebas de memoria, alrededor de los sesenta y pico años.

El tipo de memoria que más se debilita es el de operaciones mentales, la que nos ayuda a mantener y manipular simultáneamente varios datos en la conciencia.

No afecta tanto ni a la memoria semántica -en la que archivamos los significados de las palabras, los conceptos o los símbolos-, ni tampoco la memoria motora, –para tareas que ejecutamos regularmente como usar el teléfono, conducir...

Pero la capacidad para aprender cosas nuevas viene determinada por nuestros antecedentes educativos y laborales, y de la frecuencia con la que hayamos practicado el aprendizaje. Cuanto más empeño pongamos en adquirir nuevos conocimientos a lo largo de los años, menos perderemos la aptitud para aprender y más fácil nos resultará retener cosas nuevas.

El decaimiento natural de la memoria a causa del envejecimiento a menudo se agudiza por los efectos de enfermedades como la diabetes, la arteriosclerosis o la depresión y también por algunas de las medicaciones que se consumen regularmente, en particular los tranquilizantes.

A partir de los 50 años el riesgo de padecerlo aumenta con los años. A escala mundial, cada año, 1 de cada 100 personas de entre 60 y 70 años es diagnosticada de Alzheimer. Y en los mayores de 85 años, el porcentaje se eleva a 6 de cada 100.

En España, país con alta esperanza de vida, la proporción es de un 30 por 100 en los mayores de 80 años.

Existe una tendencia familiar de naturaleza genética que parece afectar a los genes responsables de la proliferación de la sustancia amiloidea que invade y destruye las neuronas.

Es una enfermedad silenciosa, difícil de detectar, que comienza entre 10 y 15 años antes de que muestre ningún síntoma. El objetivo es saber mucho más de esas etapas asintomáticas, porque presumimos que algún día se podrán desarrollar estrategias para prevenirla. Doctor Jordi Camí, director de la fundación Pasqual Maragall.

El objetivo es descubrir qué personas están en riesgo de padecer demencia dentro de unos años, llegar a una fase anterior a la destrucción neuronal, porque ahora cuando analizamos un cerebro sabemos que ahí ha pasado algo, pero no el qué, cuándo empezó ni cómo. Pablo Martínez, director científico de la unidad de investigación del Centro Reina Sofía de Alzheimer de Vallecas (Madrid).

En abril de 2011 se publicó una nueva definición para el Alzheimer que divide la enfermedad en tres fases sucesivas:

1ª silenciosa. No se aprecian síntomas pero ya se están produciendo cambios en el cerebro. El tamaño de algunas zonas empieza a reducirse y se detecta la presencia de material amiloideo que, con el paso del tiempo, ejercerá sus efectos destructores sobre la materia gris.

El diagnóstico puede obtenerse por medio de pruebas a base de imágenes del cerebro o tomografía, y analizando el líquido cefalorraquídeo, un fluido transparente que baña el encéfalo y la médula espinal y que se extrae mediante una pequeña punción entre dos vértebras de la zona lumbar o la zona de la columna entre la última costilla y los riñones. La presencia en el cerebro o en el líquido cefalorraquídeo de altos niveles de la proteína tau, que se produce como resultado de la destrucción de las neuronas, y de sustancia amiloidea, así como de la disminución del tamaño del hipocampo o de la masa cerebral confirma el diagnóstico.

2ª parecida al deterioro leve de las funciones ejecutivas. Se aprecia disminución de la eficacia de la memoria, pero también de otras facultades como el lenguaje, la atención y la orientación espacial. Muestran alguna dificultad para comprender conceptos abstractos o para seguir un proceso razonado a la hora de tomar decisiones. El declive intelectual va acompañado de cambios en el estado de ánimo.

3ª clara y progresiva pérdida de la memoria y por tanto de la capacidad de aprender nueva información. El grave deterioro de las aptitudes intelectuales incluyendo la introspección y la capacidad de razonar, imposibilitan las actividades cotidianas. Hay cambios evidentes de personalidad y comportamiento (conductas impulsivas e inapropiadas que interfieren en las relaciones sociales y familiares). De manera gradual, las facultades mentales incluido el lenguaje, la orientación y la capacidad de pensar y de identificar las emociones, se desintegran.

Finalmente pierden el control de las funciones corporales básicas, se les apaga la conciencia de sí mismos y pasan a un estado vegetativo. Dado que no se daña ningún órgano vital, los afectados se mantienen vivos un promedio de 9 años.

El deseo de curarnos es la mitad de nuestra salud. Séneca. Fedra 50 a.J.C.

Está demostrado que ejercitar con regularidad las facultades mentales, físicas y sociales refuerza la memoria y previene o pospone su erosión, hay probadas estrategias mnemotécnicas y fármacos que mejoran el riego sanguíneo del cerebro o fortalecen la transmisión de los impulsos nerviosos entre las neuronas, y retrasan el deterioro de la sustancia gris, así como suplementos vitamínicos y plantas medicinales que en algunos casos producen beneficios temporales.

Hay que invertir la voluntad y el tiempo necesario para beneficiarse de estos remedios. Para sacarle provecho a los remedios de la mala memoria necesitamos una buena dosis de motivación, perseverancia, entusiasmo y autodisciplina.

Está demostrado que la inteligencia, el talento para la música, la danza y el deporte, la curiosidad, la inclinación al pensamiento positivo o negativo y la capacidad de adaptación, dependen en gran medida de nuestro equipaje genético. La memoria tampoco se libra de este influjo. Se calcula que el bagaje genético determina alrededor del 30 por 100 del potencial de nuestra memoria.

Los seres humanos no solo nacemos, sino también nos hacemos.

Más vale prevenir que curar.

La misión principal de la prevención con respecto a esta vital capacidad humana se centra en proteger los circuitos neuronales encargados de sus funciones: grabar, conservar, reconstruir y olvidar.

Es recomendable atajar el consumo de sustancias tóxicas, prevenir los riesgos de traumatismos craneoencefálicos (lesiones, golpes en el cerebro por accidentes, etc) y evitar o tratar precoz y enérgicamente las enfermedades que perjudican al cerebro. Además, las enfermedades vasculares del cerebro a consecuencia de la arteriosclerosis –endurecimiento de las arterias a causa de la acumulación de depósitos de grasa en sus paredes-, la diabetes o la hipertensión, son las dolencias que se pueden prevenir o controlar y que con mayor frecuencia interfieren con el riego y la nutrición de las neuronas. La detección de los síntomas precursores de estas enfermedades, como los niveles altos de colesterol o de azúcar en la sangre y el aumento excesivo de la presión arterial, debe hacer sonar inmediatamente la alarma.

La memoria es un buen ejemplo de este antiguo principio biológico: En el reino animal, el uso continuado de cualquier órgano lo fortifica poco a poco y le da una potencia proporcional a la duración de dicho uso, y la falta de uso de cualquier órgano lo debilita y lo atrofia hasta hacerlo desaparecer. Filosofía zoológica de 1809 del naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) creador del término biología para definir la ciencia de la vida y uno de los pioneros de la teoría de la evolución.

Los efectos más fortificantes y protectores los producen aquellas actividades que requieren un esfuerzo mental, como estudiar o aprender nuevos conceptos, escribir sobre temas de interés o, incluso, la propia biografía, aprender un idioma o concentrarse en analizar problemas y razonar las decisiones que se toman, considerando de forma metódica las ventajas e inconvenientes de las mismas.

Tras los 50, el ejercicio regular tiene un efecto protector contra la demencia. En la parcela de las actividades de ocio, está demostrado que la lectura habitual de libros o artículos que exijan esfuerzo, los juegos de cartas en los que la memoria desempeñe un papel importante, intervenir activamente en debates o discusiones sobre temas que estimulen el razonamiento, aprender a tocar un instrumento musical y bailar en grupo benefician la memoria y demás funciones intelectuales.

Mantener activos los recursos intelectuales crea una especie de reserva mental que amortigua los daños cerebrales causados por la demencia incipiente y retrasa la aparición de los síntomas. Las actividades mentales refuerzan las conexiones entre las neuronas e incluso estimulan la creación de nuevos circuitos que pueden circunvalar o compensar durante un tiempo los daños producidos por las enfermedades cerebrales.

La actividad física aumenta la producción de serotonina en el cerebro, un neurotransmisor que ejerce un efecto antidepresivo y agudiza las funciones intelectuales. Basta con media hora de ejercicio vigoroso 4 veces por semana para cosechar sus importantes beneficios.

Simone de Beauvoir: La solución es fijarnos metas que den significado a nuestra existencia, esto es, dedicarnos desinteresadamente a personas, grupos o causas. Sumergirnos en el trabajo social, político, intelectual o artístico, y desear pasiones que nos impidan cerrarnos en nosotros mismos. Apreciar a los demás a través del amor, de la amistad, de la compasión, Y vivir una vida de entrega y de proyectos, de forma que podamos mantenernos activos en un camino con significado, incluso cuando las ilusiones hayan desaparecido.

Las relaciones gratificantes, independientemente del tipo que sean, constituyen un antídoto eficaz contra todo tipo de adversidades.

Para temas emocionales las personas mayores mantienen una buena memoria. Recuerdan sucesos que de otra forma no recordarían gracias al componente emocional.

Eran las 8:30h de una mañana agitada, cuando un señor mayor de unos 80 años, llegó al hospital para que le quitaran los puntos de uno de sus pulgares. El señor dijo que estaba apurado y que tenía una cita a las 9:00h.

Comprobé sus señales vitales y le pedí que tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora antes de que alguien pudiera atenderlo. Lo vi mirando su reloj y decidí, ya que no estaba ocupada con otro paciente, examinar su herida. Durante el examen comprobé que estaba curado y le pedí a uno de los doctores algunos elementos para quitarle las suturas y curar su herida.

Mientras le realizaba las curaciones, le pregunté si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía bastante apurado.

El señor me dijo que no, que necesitaba ir al geriátrico para desayunar con su esposa.

Le pregunté sobre la salud de ella.

Él me respondió que ella hacía tiempo que estaba allí porque padecía de Alzheimer.

Le pregunté si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde.

Me respondió que hacía tiempo que ella no sabía quién era él, que hacía cinco años que ella no podía ya reconocerlo.

Me sorprendió, y entonces le pregunté, -¿Y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quién es usted?

Él sonrió y me acarició la mano: 'Ella no sabe quién soy yo, pero yo aún sé quién es ella.'

La vida no se trata de cómo sobrevivir a una tempestad, sino de cómo bailar bajo la lluvia.

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